Alguien escribía que a pesar de todos los peros, el legado de la Revolución Francesa de 1789, es probablemente el más importante de la humanidad y su gran logro, el reconocimiento del ciudadano, del individuo, de la persona, única e irrepetible, por ello merecedora del respeto, de los derechos políticos y de la solidaridad, de sus semejantes etc, etc.
Pues NO: el acontecimiento más importante de la humanidad fue el nacimiento de Cristo, es decir, el mismo Dios que se hace hombre, y el mejor legado, sin duda, su doctrina. No hay ninguna constitución mejor que el Evangelio. Todos esos supuestos derechos de la Revolución Francesa están recogidos y además sobrenaturalizados en Cristo Jesús.
Así que no hay ley humana que pueda garantizar la dignidad personal y la libertad del hombre con la seguridad que comunica el Evangelio de Cristo.
La libertad, la igualdad, la fraternidad, tan fraterna ella, a golpe de guillotina y por supuesto con una persecución terrorífica especialmente contra religiosos y sacerdotes católicos.
Pues NO: el acontecimiento más importante de la humanidad fue el nacimiento de Cristo, es decir, el mismo Dios que se hace hombre, y el mejor legado, sin duda, su doctrina. No hay ninguna constitución mejor que el Evangelio. Todos esos supuestos derechos de la Revolución Francesa están recogidos y además sobrenaturalizados en Cristo Jesús.
Así que no hay ley humana que pueda garantizar la dignidad personal y la libertad del hombre con la seguridad que comunica el Evangelio de Cristo.
La libertad, la igualdad, la fraternidad, tan fraterna ella, a golpe de guillotina y por supuesto con una persecución terrorífica especialmente contra religiosos y sacerdotes católicos.
Dramatización del brutal asesinato de las 16 carmelitas de la Compiegne durante el Régimen del Terror de la Revolución Francesa. El valor, mansedumbre y entereza extraordinarios con que aceptan semejante muerte da ejemplo no sólo al vil populacho que lo contempla boquiabierto, sino incluso a sus propios verdugos.
Y ese denominador común laico y republicano, respecto del primero no existe porque no hay ningún estado laico, neutro o aconfesional. De una manera u otra, por afirmación o por negación todos los estados son confesionales.