jueves, 26 de noviembre de 2015

REVOLUCIÓN FRANCESA

    Alguien escribía  que a pesar de todos los peros, el legado de la Revolución Francesa de 1789, es probablemente el más importante de la humanidad y su gran logro, el reconocimiento del ciudadano, del individuo, de la persona, única e irrepetible, por ello merecedora del respeto, de los derechos políticos y de la solidaridad, de sus semejantes etc, etc.

    Pues NO: el acontecimiento más importante de la humanidad fue el nacimiento de Cristo, es decir, el mismo Dios que se hace hombre, y el mejor legado, sin duda, su doctrina. No hay ninguna constitución mejor que el Evangelio. Todos esos supuestos derechos de la Revolución Francesa están recogidos y además sobrenaturalizados en Cristo Jesús.

    Así que no hay ley humana que pueda garantizar la dignidad personal y la libertad del hombre con la seguridad que comunica el Evangelio de Cristo.

    La libertad, la igualdad, la fraternidad, tan fraterna ella, a golpe de guillotina y por supuesto con una persecución terrorífica especialmente contra religiosos y sacerdotes católicos.

 

Dramatización del brutal asesinato de las 16 carmelitas de la Compiegne durante el Régimen del Terror de la Revolución Francesa. El valor, mansedumbre y entereza extraordinarios con que aceptan semejante muerte da ejemplo no sólo al vil populacho que lo contempla boquiabierto, sino incluso a sus propios verdugos.

    Y ese denominador común laico y republicano, respecto del primero no existe porque no hay ningún estado laico, neutro o aconfesional. De una manera u otra, por afirmación o por negación todos los estados son confesionales.

    La democracia, o mejor dicho, el democratismo roussoniano en que se basa nuestra constitución, a pesar de proclamar lo contrario, es confesional, pues la verdad es lo que diga el cincuenta más uno. Se sustituye la Verdad objetiva por una serie de opiniones y esa mayoría se convierte en dios.

    Respecto de la educación, o mejor revolución cultural, convertida en objeto de perversión, en un intento de separar el pensamiento de Dios, en la desesperanza del existencialismo.

Y es de razón natural y no digamos sobrenatural que sin Dios todo fracasa.

Lienzo «La fête de la Raison dans Notre-Dame de Paris le 10 novembre 1793» de Charles-Louis MÜLLER
En él puede apreciarse a la "diosa Razón" representada por Marie Thérèse Davous (Mademoiselle Maillard), siendo llevada en procesión y entronizada en la catedral de Notre-Drame en lo que constituye una grave profanación. Obsérvese el crucifijo siendo pisoteado.