martes, 13 de octubre de 2015

12 OCTUBRE DÍA DE LA HISPANIDAD

Es impresionante, al entrar en algunos templos mejicanos, leer sobre bandas de tela colgadas a uno y otros lados del altar mayor, textos que rezan así: “ Centenario de la Evangelización. Gracias, Señor Por la Fe”.  Y esa Fe la llevó España.


España, decía Pío XII, llevó a  América lo mejor que tenía y lo llevó en las carabelas del descubrimiento. Con los descubridores iban los evangelizadores, es decir, los predicadores, que soñara el Apóstol S. Pablo, el apóstol de los gentiles: “Plugo a Dios salvar a los hombres por la locura de la predicación; pero  ¿ cómo creerán en El si de El no han oído hablar?.¿ Y cómo hablarán de El si nadie les envía predicadores?.¡Qué feliz es  la llegada de los que anuncian el Evangelio de la Paz!.

España fue para los pueblos aborígenes como el  Angel  que anunció la buena noticia a los pastores de Belén.

Al grito de ¡Tierra! De Rodrigo de Triana, estamos seguros que María Madre de Dios por “gratia unionis” y Madre de los hombres por “gratia cápitis”, tuvo que replicar desde lo Alto con voz femenina y maternal,  ¡Cielo!. Porque era el Cielo, ganado para todos los hombres por su Hijo clavado en la Cruz, lo que iba a anunciarse a los que nunca habían oído hablar de El.

En el año 1531, apenas diez años después de la conquista, la Virgen se aparece al indio Juan Diego, cuando marchaba presuroso a oir la Santa Misa.

Ya está María a un lado y al otro del océano. María Madre de la Hispanidad, junto al Ebro, lugar de origen, María Emperatriz de
América, como la proclamó Pío XII en 1945, en el lugar de llegada.

En  poco más de 50 años la inmensa y desconocida vastedad del Nuevo Mundo, se había cristianizado.

Toda la geografía americana está llena de nombres marianos. Tan sólo en Méjico hay 1756 lugares dedicados a María.

Los Municipios y las Universidades, al igual que en España, hacían votos de sangre para defender la Inmaculada Concepción.

Esta viña joven, como la llamó S. Antonio María Claret, arzobispo de La Habana, el Continente de  la esperanza, como decía , Juan Pablo II, no puede olvidar su condición de Continente Mariano, como España no puede olvidar que es tierra de María Santísima.