jueves, 15 de septiembre de 2016

EL SUFRAGIO UNIVERSAL


   Generalmente se opina que sin sufragio universal, con partidos políticos, no hay democracia. Tal presunción no supone que sea un acierto.

   El cardenal Pie decía: “El primer ensayo de sufragio universal, fue la amnistía de Barrabás y la condena de Cristo”.

   Hippolyte Taine,  historiador, crítico y filósofo francés añadía: “Diez millones de ignorantes no suman un sabio”.   “Un pueblo consultado puede en rigor indicar la forma de un gobierno que le gusta pero no aquella de la que tiene necesidad”.

  Salvador de Madariaga, conocido liberal, escribió: “El sufragio universal directo no corresponde a la naturaleza social, porque se funda en la masa, no en el pueblo, y menos en la nación…  La masa no asciende a pueblo hasta que no se organiza en instituciones”.

   Pío IX dijo exactamente estas palabras. “Os bendigo,  finalmente, con objeto de veros ocupados, aún en el difícil empeño de suprimir si posible fuera, o al menos atenuar, una plaga horrenda, que aflige a la sociedad humana y que se llama sufragio universal…Esta es una plaga destructora del orden social y merecería con justo título ser llamada mentira universal”.

   Se dice que sin sufragio universal se ignora lo que desea el pueblo. Es muy fácil demostrar que el sufragio universal se presta a todas las martingalas, ya que ni las mayorías electorales son respetadas.
Tenemos cientos de ejemplos que lo demuestran y sin ir más lejos, lo estamos viviendo en España en estos momentos.

   La única democracia potable es la que se llama orgánica, es decir organizada a través de las entidades naturales, como son: la familia (donde uno nace), el municipio (donde uno vive) y el gremio o sindicato (donde uno trabaja) porque  nadie nace, vive y trabaja en el seno de un partido político. (De forma natural, se entiende).

   En España, el sistema actual, la historia lo atestigua, ha fracasado una y mil veces. No escarmentamos.

   ¿Qué hacer? Lo primero, saber que el sufragio universal siempre es una desgracia. Con Pío XII repetiremos: “La vida de las naciones está disgregada  por el culto ciego del valor numérico”. Como tenemos que aguantar una situación tan calamitosa se debe votar al partido que ofrezca mejores garantías en defensa del orden natural y del bien común, es decir del conjunto de condiciones exteriores necesarias a los ciudadanos para el desarrollo de sus cualidades, en los planos
religioso, intelectual, moral y material.