miércoles, 13 de agosto de 2014

El que quiera venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo


Jesucristo tiene ahora muchos amadores de su Reino Celestial, mas muy pocos que lleven su Cruz. Tiene muchos que desean la consolación, y muy pocos que quieran la tribulación. Encuentra muchos compañeros para la mesa, y pocos para la abstinencia. Todos quieren gozar con Él, mas pocos quieren sufrir algo por Él. Muchos siguen a Jesús hasta partir el Pan (Lc 24,35), mas pocos hasta beber el Cáliz de la Pasión (Mt 20,22). Muchos honran sus milagros, mas pocos siguen el vituperio de la Cruz. Muchos aman a Jesús cuando no hay adversidades. Muchos le alaban y bendicen cuando reciben de Él algunas consolaciones: mas si Jesús se escondiese y los dejase un poco, caerían en una profunda desesperación.

Mas los que aman a Jesús, por el mismo Jesús, y no sólo por sus consolaciones, lo bendicen en toda tribulación y angustia del corazón, tanto como en tiempo de consolación. Y aunque pareciera que no les fuera a dar más consolaciones, siempre le alabarían y querrían dar gracias.¡Oh! ¡Cuánto puede el amor puro de Jesús sin mezcla del propio provecho e interés!