El artículo publicado en infoCatólica sobre un "cristianismo dulzón" me lleva a pensar en tantos que se consideran católicos pero no no les supone ningún problema de conciencia el votar partidos que defienden y promueven políticas contrarias a la doctrina moral de la Iglesia.
Ojalá más miembros del clero como el P. González predicasen sobre este cristianismo dulzón.
Ricardo Pascual
SANTIAGO APOSTOL FRENTE AL CRISTIANISMO DULZÓN
(P. Santiago González)
Un año más celebramos la Solemnidad del Apóstol Santiago el mayor,
Patrono de España, y, al contemplar el Evangelio correspondiente a la
Santa Misa, de nuevo nos «sorprende» la lección de amor y humildad que
Nuestro Señor Jesucristo da a Santiago (y a su hermano Juan) frente al
ímpetu (noble pero errado) de este gran discípulo que aún espera un
reinado divino más temporal que espiritual.
Leamos con atención el pasaje de Mateo 20, 20-28, y
atendamos a la respuesta firme del Redentor a estos seguidores suyos que
aún no han purificado su corazón de aspiraciones solo humanas: «¿Podéis
beber el cáliz que yo he de beber?»; es decir, Jesucristo les presenta a
ello, y a todos los cristianos, que seguir a Él, caminar hacia el
Cielo, vivir la Santidad en definitiva....lleva consigo el sufrimiento,
el sacrificio, el dolor ofrecido desde el Amor. Cristo les dice, y nos
dice, que sólo por la CRUZ se llega a la Resurrección. Y desde entonces
Santiago y Juan van a vivir el resto de sus vidas desde el carisma de la
mortificación por amor a Dios y al prójimo, lo cual les llevará al
martirio físico (a Santiago) y al moral (a Juan). El diablo sufre aquí
una gran derrota, pues Cristo, y sólo Cristo, es capaz de invertir los
términos «racionales» de una realidad concreta (el DOLOR), pues hace que
el sufrimiento, el esfuerzo moral, la Cruz en definitiva, se conviertan
en puente hacia la felicidad eterna.
Entonces, ¿qué nos aporta este Evangelio al «hoy y
ahora» de los cristianos?: sobre todo es una advertencia ante el camino
equivocado que hemos tomado (de forma mayoritaria) al presentar la vida
de fe como un recorrido dulzón y emotivo donde cualquier referencia a la
cruz queda eliminada, o sutilmente reducida a lo formal, edificando una
supuesta esperanza en la que mantener, con la conciencia tranquila (más
bien «drogada») todo tipo de pecados graves sin el más mínimo
remordimiento moral. Reconozcamos y señalemos algunos efectos
devastadores de lo que podría calificarse como «catolicismo dulzón»:
1: Rechazo completo, o casi absoluto, a la doctrina
moral de la Iglesia, por considerar ésta «ajena a los signos actuales» o
alejada de una realidad que ya es irreversible. Ante ese vacío, cada
católico cree que puede decidir, por si mismo, lo que es bueno o malo.
En la conciencia personal se desplaza a Dios y se coloca la propia
subjetividad a la que se exige respeto y casi adoración. De ahí la
expresión de: «La Iglesia no debe INVADIR la conciencia de la persona».
2: Fundamento de la vida cristiana en la completa
seguridad de la salvación eterna (desde la herejía luterana de la
justificación por la sola fe, asumida por el modernismo). Desde ahí el
camino es sólo una sucesión de emociones y sentimientos donde no cabe,
ni por aproximación, una ascética que contenga la lucha interior contra
el pecado y el compromiso (definitivo, no temporal) por amor a Cristo y a
las almas como «tarea» de respuesta a la llamada a la santidad recibida
el el bautismo.
3: Re-interpretación de todo el CREDO cristiano no
desde la negación del mismo sino desde el diabólico proceso (muy sutil
por cierto) de ir poco a poco modificando la enseñanza pastoral y moral
de los cristianos para que al finalizar ese itinerario todos los
principios verdaderos (y dogmáticamente proclamados y/o integrados en el
depósito de la Fe) caigan por si mismos como un castillo de naipes al
no ser seguidos ni creídos por la inmensa mayoría de los creyentes. Este
tercer efecto es HOY una realidad muy patente e indiscutible. Por
ejemplo, ¿cuantos católicos HOY no creen en el infierno, ni en la
presencia Real Eucarística, ni en que Cristo sea LA VERDAD (no una
verdad)?.....¿Cuantos católicos hoy creen que el sexto mandamiento ha
sido derogado y por tanto no hay pecado contra el mismo?....¿Cuantos
católicos creen que da igual tener una fe que otras pues todas las
religiones son iguales?........¿Cuantos?: posiblemente la mayoría, al
menos dentro del entorno occidental.
La reflexión del Evangelio del día de Santiago Apóstol
ha de ayudarnos a abrir los ojos a esta deriva profunda en la que ha
entrado una sensible mayoría cristiana (el catolicismo dulzón) y a
detectar la drogadicción de la conciencia (que vive en una falsa paz)
para entrar por el único camino posible de salvación: el camino de la
cruz, que lleva implícita la única y verdadera alegría.