sábado, 1 de julio de 2017

La librería capuchina de Jesús de Medinaceli con banderitas arco iris




Por su interés reproducimos aquí el artículo de infocatólica:


Ayer me llegaba la foto que ustedes pueden contemplar. Difusora bíblica franciscana. Tienda ubicada en los locales de la Basílica de Jesús de Medinaceli. Dos banderas del orgullo gay bien visibles. Creí que era una broma, un montaje. Gente de mi total confianza hizo una llamada a la parroquia y a la librería. No. No es ningún montaje. Las banderas están colocadas “porque para Jesús todos somos iguales y él no discrimina a nadie”. Palabras textuales de la persona que atendió el teléfono.
Esa respuesta es una simpleza y, además, mentir con toda desvergüenza. Simpleza porque eso de que ante Dios todos somos iguales es más viejo que la tos. Simpleza porque eso de que a nadie se discrimina, y en concreto por sus inclinaciones homosexuales, lo dice el catecismo de la iglesia católica, que se supone se venderá en la librería, que aquí parece que acabamos de inventar la pólvora. No hace falta poner banderitas. Basta con leer el catecismo, que, por cierto, no da calambre.
Ahora viene lo de mentir. Porque se miente tres veces.
Se miente omitiendo que Jesús es verdad que se reunía con todos y a nadie discriminaba, pero… pequeño detalle, para llamar a la conversión. Por ejemplo, Zaqueo, por ejemplo la adúltera. Una futesa. Podían los hermanos capuchinos haber repartido fotocopias con los números que el catecismo dedica a este asunto. Pero, en fin, un olvido cualquiera lo tiene.
Se miente, también, diciendo que es por reivindicar la no discriminación de un colectivo. Falso de toda falsedad porque en Madrid, reivindicaciones, manifestaciones, días contra el maltrato, la marginación, la discriminación, hay a montones. Y que yo sepa, y así me lo han corroborado vecinos del barrio de las letras, donde se encuentra ubicada la basílica de Jesús de Medinaceli, nunca habían visto cosa parecida.
Se miente cuando nos quieren hacer creer que colocar una banderita es solo un reivindicar la no discriminación. Saben perfectamente que la banderita es solidaridad con todo el movimiento gay, que reivindica cosas que chocan frontalmente con la doctrina de la Iglesia: relaciones íntimas, matrimonio, ideología de género… Poner la banderita es decir, no nos engañen, que están de acuerdo con todo eso.
¿Entonces para qué la ponen? Para ser más modernos que nadie, para ser más buenos y misericordiosos que nadie, y de paso para vender más, que en estos días la banderita vende y mucho. Amos, que nos venden la no discriminación y la tolerancia, pero en realidad lo que quieren es vender otras cosas. Aquí lo que se trata es de tener clientes. Devotos de Jesús en marzo, gays en junio, que es mes flojo de ventas.
No sé qué pensarían de la historia de la banderita esos miles de personas que cada primer viernes de marzo hacen colas, incluso de días, para postrarse a los pies de Jesús de Medinaceli. Ni los miles y miles de devotos que acompañan al paso en semana santa. Tampoco si la Archicofradía lo ve bien. Quizá tampoco importe demasiado.
¿Y San Pío de Pietrelcina que diría? ¿Colocaría la banderita arco iris en su templo, en su convento, en su confesionario? Claro que san Pío era un carca, santo, pero carca, no vamos a comparar con los capuchinos de Jesús de Medinaceli de Madrid, mucho más misericordiosos.

Ayer, hablándolo con gente, me decían que la librería de estos señores se había quedado ya sin unos cuantos clientes. Sería la forma de que espabilaran. Que los devotos fueran a Jesús pero ni un libro, ni una estampa, ni una limosna. Estoy seguro de que el movimiento gay supliría con creces el descalabro económico. De otras cosas no hablo, total…