lunes, 24 de octubre de 2016

MILLONES DE KG. DE UVA DE RIOJA, DE ALTÍSIMA CALIDAD, ARROJADOS AL SUELO.

Dos imagenes de racimos tirados al píe de las vides


Durante la “oprobiosa dictadura”, las vendimias eran una fiesta, donde se reunían para cortar las uvas, el padre, la madre, los hijos, los abuelos, los nietos, los sobrinos, los primos, los amigos,  en armonía y con una comida campera si el tiempo lo permitía y absolutamente nadie, se metía contigo. Hoy las vendimias se han convertido en un calvario, una amargura, por obra y gracia de los inspectores de trabajo, que no permiten que nadie de familia ni los amigos te ayuden.

Todo muy legalista, claro. Y si se te ocurre quemar una gavilla de sarmientos para asar unas chuletas, aparecen los del Seprona y seguro que no puedes asar las chuletas pero te “asan” a ti con una multa de mucho cuidado. Todo con el afán de destruir la sana convivencia y sobre todo, recaudar.
Y ahora vienen los del Consejo Regulador: estos personajes permiten unas producciones por hectárea ridículas, porque olvidan que ahora las viñas se cuidan como vergeles; bien labradas, bien abonadas, bien tratadas y donde hay agua, bien regadas. Y añadas como ésta, con una climatología favorable, las cepas han traído una cosecha, fuera de lo común en la producción y de una altísima calidad. Y no se les ocurre otra cosa que ordenar, la producción sobrante, arrojarla, sí o sí, al suelo; para mantener los precios, dicen. Y no son cuatro kg, sino millones. Un Consejo, sin escrúpulos y sin moral. Y las cooperativas, a callar como perros mudos. Que sepamos sólo la Cooperativa de S. Vicente de la Sonsierra le ha plantado cara al Consejo. ¡¡Las uvas no se tiran !! Ha hecho muy bien.